Uno de los capítulos más
apasionantes, al estudiar la historia medieval, es el de las cruzadas.
Estas guerras “santas” se convirtieron en el escenario donde figuras
legendarias, como Ricardo Corazón de León y Saladino, nos transportan a
una época en la que el espíritu humano se dejó arrastrar por pasiones
como la fe, el honor y el orgullo, todas enfrentadas en defensa de la fe
verdadera. Este conflicto, que duró 200 años, puso en contacto a los mundos
cristiano e islámico y marcó, de forma permanente, las relaciones entre
ambos.
¿Qué son?
En general, se denomina
como Cruzadas a la serie de campañas, comúnmente militares, que a partir del
siglo XI se emprendieron desde el Occidente cristiano contra los musulmanes
para la recuperación de Tierra Santa. Estas campañas se extendieron hasta el
siglo XIII y se caracterizaban por la bendición que les concedió la Iglesia,
otorgando a los particulares indulgencias espirituales y privilegios temporales
a los combatientes. Con el tiempo el término se aplicaría a cualquier guerra
que se emprendiera al servicio de la Iglesia.
¿Por qué las Cruzadas?
La explicación “oficial”
considera que las cruzadas obedecen a un fervor exclusivamente religioso:
recuperar para la cristiandad los santos lugares en los que vivió Jesús,
fundamentalmente Jerusalén y el Santo Sepulcro, así como garantizar la
seguridad de las rutas de peregrinación. Pero a partir del siglo XIX, los
historiadores añadieron otro tipo de causas que resultan hoy esenciales para
explicar y entender este conflicto que marcó la Edad Media, y que con diversas
formas y denominaciones se ha mantenido vigente hasta la actualidad. Algunas de
esas causas son:
Políticas: en el siglo XI el Papa y el Emperador se disputan
la autoridad sobre los reinos cristianos, y el Papa entiende la cruzada como
una oportunidad de demostrar su poder e imponer su autoridad sobre las
comunidades cristianas ortodoxas, a la vez que erradica de Europa las guerras
feudales.
Demográficas: el crecimiento de la población en torno al año
1000 acarrea un empobrecimiento de las clases populares, las tierras de labor
escasean y los campesinos llevan una existencia mísera, con lo que la cruzada
constituye una esperanza de conseguir nuevas tierras y mejorar las condiciones
de vida.
Sociales: en Europa se impone el “mayorazgo”, que nombra
heredero único al hijo mayor de cada familia, con lo que los hijos de nobles
que no recibían herencia se dedican profesionalmente a la guerra, a la que
convierten en su modo de vida. Las cruzadas contribuyen al desarrollo de la
“profesión” guerrera.
Económicas: las cruzadas permiten asegurar el control de las
principales rutas y puertos comerciales del Mediterráneo, que sirven a su vez
de base para acceder a las rutas comerciales de Asia. Y no hay que olvidar el
interés económico derivado del traslado incesante de miles de personas por una
ruta de peregrinación, pues se desarrolla un floreciente comercio a partir de
toda la red de albergues, tabernas, mercados, tiendas de reliquias y recuerdos,
etc.
La ruta que seguían los cruzados
podía ser por tierra o por mar, la primera más segura pero también más lenta, y
la segunda más rápida y peligrosa. La mayoría se desplazaban a pie hasta Mesina
y luego en barco hasta algún puerto cercano a Jerusalén. En los siglos XI-XII
existían ya líneas regulares de transporte de peregrinos entre Occidente y
Oriente.
Todo el camino de peregrinación a Tierra Santa estaba jalonado de castillos y fortalezas, cuya función era la defensa de las fronteras, los pasos y las rutas. Aunque las fortalezas cruzadas tuvieron a menudo un origen económico y no sólo militar, pues desde ellas se regulaban las actividades productivas de la zona donde se establecían. La mayoría de estos edificios estaban bajo el dominio de las órdenes militares (templarios y hospitalarios fundamentalmente).
¿Cuántas Cruzadas hubo?
La historiografía tradicional
contabiliza ocho cruzadas, aunque en realidad el número de expediciones fue
mayor. Las tres primeras se centraron en Palestina, para luego volver la vista
al Norte de África o servir a otros intereses, como la IV Cruzada.
La I
cruzada (1095-1099) dirigida por
Godofredo de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y Bohemundo I de Tarento culminó
con la conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea (1097) y Antioquia
(1098), y la formación de los estados latinos en Tierra Santa: el reino de
Jerusalén (1099), el principado de Antioquia (1098)y los condados de Edesa
(1098) y Trípoli (1199).
La II
Cruzada (1147-1149) predicada por
San Bernardo de Clairvaux tras la toma de Edesa por los turcos, y dirigida por
Luis VII de Francia y el emperador Conrado III, terminó con el fracasado asalto
a Damasco (1148).
La III
Cruzada (1189-1192) fue una
consecuencia directa de la toma de Jerusalén (1187) por Saladino. Dirigida por
Ricardo Corazón de Léon, Felipe II Augusto de Francia y Federico III de
Alemania, no alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para
cederla luego al Rey de Jerusalén, y junto a Felipe Augusto, Acre (1191).
La batalla de Hattin fue la
“llave” que le dio a Saladino la posibilidad de entrar en Jerusalén. En una
decisión poco afortunada, el ejército franco aceptó la batalla a campo abierto,
circunstancia que el sultán aprovecha para cortar los accesos al agua, con lo
que la sed y el calor se convirtieron en un enemigo mucho mayor que los propios
musulmanes. El resultado fue una derrota estrepitosa, con todos los francos
muertos o prisioneros. La estrategia del ejército musulmán resultó ser mucho
más adecuada que la del ejército cruzado. El camino a Jerusalén está libre y la
ciudad mal defendida, con lo que Saladino y su ejército, valiéndose de las
armas de asedio propias en estos casos (torres de asalto, catapultas, etc.), no
tienen demasiada dificultad en tomar definitivamente la ciudad.
La pérdida de Jerusalén desencadenó
inmediatamente la Tercera Cruzada,
cuyo principal protagonista por el bando cristiano fue Ricardo Corazón de León.
Después de tres años, Ricardo decidió firmar un acuerdo con Saladino y regresar
a Inglaterra, donde su hermano Juan está conspirando para arrebatarle el trono.
La tercera cruzada termino en tablas, pues aunque los francos consiguieron
victorias parciales, la batalla principal que permitiría la reconquista de
Jerusalén, quedo sin librar.
Consecuencias de las Cruzadas.
Las Cruzadas influyeron en
múltiples aspectos de la vida medieval, aunque, en general, no cumplieron los
objetivos esperados. Casi todas las expediciones militares sufrieron
importantes derrotas.
Los señores de Occidente llevaron
sus diferencias tanto a las propias Cruzadas (Luis VII de Francia y Conrado III
en la II Cruzada; Ricardo Corazón de León y Felipe II Augusto en la III) como a
los estados cristianos fundados en Tierra Santa, dónde los intereses de los
diferentes grupos dieron lugar a numerosos conflictos.
En el intento de reensamblar las
cristiandades latina y griega, no sólo falló la Cruzada, sino que acentuó el
odio y la diferencia entre ellas.
Me ha parecido muy interesante, y que está todo muy bien resumido :)
ResponderEliminarSi, la verda es que para tener una idea antes de ver la película está muy bien.
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